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23 febrero 2006

ZP y el capitán Rodríguez

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En mala hora fusilaron al abuelo de ZP porque nos lo recuerda tan frecuentemente que parece que toda su política obedece a la venganza y es consecuencia del rencor acumulado por ello. El abuelo de ZP parece el único fusilado durante la guerra civil y lo cita una y otra vez para equiparar su desgracia a la de las víctimas del terrorismo y presentarse ante todos como una víctima más.

Pero no existe comparación entre el fusilamiento de un militar participante en la guerra con el asesinato de un niño –algunos de pocos meses– que no ha participado en nada ni contra nadie. Ambos pueden ser igualmente inocentes pero la diferencia sigue siendo abismal.

El abuelo del presidente Rodríguez, Juan Rodríguez Lozano, capitán del ejército republicano y masón –así lo afirma Santiago Río, uno de los máximos representantes de la masonería en España e Inglaterra, en su libro “La verdadera historia de los masones” (Planeta)– pudo hacer testamento y, entre otras cosas, decía que «Su fe en el Ser Supremo es firme» y «Que cuando sea oportuno se vindique su nombre y se proclame que no fue traidor a su Patria y que su credo consistió siempre en su ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes.» Pero este militar profesional no quiso morir sin perdonar y así lo hizo, pidiendo también a su esposa e hijos que perdonen igualmente.

De todo ello, lo único que exhibe su nieto es una frase –su “ansia infinita de paz”– que en boca de un sentenciado a muerte resulta respetable pero que dicho por Rodríguez, su nieto, en el engolado tono de costumbre suena demagógica y teatral, de cara a la galería. La fe en el Ser Supremo ya no existe en el nieto, por el contrario, permite todo tipo de burlas y ofensas a quienes creen en El, a menos que ese Ser Supremo se refiera a Mahoma, el inspirador de quienes lo auparon al poder.

El honor de quien no quiere ser proclamado traidor a su patria también brilla por su ausencia en Rodríguez el nieto, cuyas reiteradas traiciones a los intereses de España lo han convertido en el gobernante más traidor de los últimos siglos. Para su abuelo, la traición a la patria es un estigma que no quiere que caiga sobre él, pero para su nieto la patria carece de valor alguno. Ni siquiera asume el concepto “Nación” a pesar de ser el presidente de la nación española. No cabe mayor deslealtad ni distanciamiento de los valores mantenidos por su abuelo.

Rodríguez tampoco escucha a su abuelo en cuanto al perdón se refiere y más que perdonar lo que hace es desenterrar antiguos rencores que ya teníamos olvidados, volviendo una y otra vez a una contienda de hace 70 años.

El talante moral de Rodríguez deja mucho que desear y ni comparación con su abuelo, patriota español del bando republicano al que utiliza políticamente como un recurso más para su beneficio aún a sabiendas de que el capitán Rodríguez Lozano, según se desprende de su testamento, estaría en contra de su actuación de gobierno.

Es más, a la vista de las últimas palabras escritas por el Capitán Rodríguez, cabe la certeza de que hoy sería uno de los militares que defienden la Constitución contra los separatismos apadrinados por su nieto y que sería uno más de los que acudirán a la próxima manifestación contra la rendición del Estado ante ETA.

Lástima que Rodríguez sólo haya heredado de su abuelo el apellido.

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