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07 enero 2006

ZP el conspirador

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Llegó al poder gracias a la conspiración, se mantiene en el poder conspirando y conspira para perpetuarse en el poder.

Una conspiración es el acuerdo secreto de varias personas con el fin de actuar en contra de algo o de alguien, así que cuando un Gobierno negocia y llega a acuerdos en secreto, ignorando los intereses de la mayoría ciudadana y en contra de los intereses generales de la nación, sin duda estamos hablando de un Gobierno de conspiradores.

Desde el principio la conspiración ha marcado la actuación de ZP. Accedió al Gobierno de España gracias a la conspiración de un grupo terrorista, apoyada por la conspiración de quienes deseaban que el PP perdiera las elecciones, lo cual incluye que su partido conspiró con los medios de comunicación y grupos de intereses de la izquierda para conseguir tal fin.

Pero conseguido el poder mediante la conspiración de unos y otros, ha seguido conspirando para llegar a acuerdos secretos con ETA, favoreciendo a los terroristas y perjudicando a las víctimas, ha conspirado para conseguir que se aprobase la Constitución Europea que la masonería francesa, a quienes debe obediencia, pretendían imponer para afianzar su poder, también ha conspirado cuando decidió disponer de nuestros soldados para enviarlos en misiones de guerra bajo apariencias pacíficas, igualmente conspiró con Durao Barroso y la UE para que no se opusieran a la OPA sobre Endesa, ha conspirado para que saliera adelante el Estatut...

ZP predicó una política de trasparencia que nunca llevó a la práctica y lo único que hemos conocido de su gobierno han sido mentiras y negociaciones a espaldas de la oposición para favorecer intereses partidistas o minoritarios que nada tienen que ver con las auténticas prioridades nacionales ni con los problemas que realmente preocupan a los españoles.

ZP se unió a los enemigos de España para tomar acuerdos contra la nación cuya presidencia ostenta por perversos designios. Desde su toma del poder ha actuado con maldad legitimando cada vez más a los terroristas de ETA y a los separatistas vascos y catalanes, enfrentando a los españoles y ampliando las diferencias entre regiones ricas y pobres y renovando viejos rencores ya olvidados de una guerra que vieron comenzar nuestros bisabuelos hace casi 70 años.

ZP se ha conjurado con lo peor de nuestros políticos, con los más ambiciosos y desleales a la Constitución y al país que prometieron servir y defender y ha renegado con gran alarde de cinismo de cuanto prometió a sus votantes. Desde la presidencia del Gobierno pone en duda que España sea una nación y se ríe del patriotismo únicamente para halagar y estar en consonancia con quienes rechazan lo español.

ZP, además de conspirador y de haberse constituido en el lameculos del nacionalismo antiespañol y en el tonto útil de nuestros enemigos, es un prevaricador –delito consistente en que una autoridad, funcionario o juez, dicte a sabiendas una resolución injusta– y sobre todo un perjuro y un traidor, promotor de diversos complots contra España y los españoles.

ZP es el ejemplo del político que nunca debió gobernar. Hemos vuelto a ver cómo los gobernantes socialistas se han adentrado en la conspiración política para apropiarse de bienes, empresas o instituciones que refuercen su poder o provean fondos para financiar actividades políticas y quizás personales, a través de grupos de presión fuera o dentro del aparato estatal y de los propios aparatos de los partidos políticos. Hemos visto ataques a los derechos fundamentales de las personas –libertad religiosa, libertad de expresión– y a la Constitución y demás leyes, permanentemente sorteadas ante la pasividad de las autoridades judiciales fieles al poder político.

ZP, el conspirador, el perjuro, el lameculos, el prevaricador y el traidor, es responsable de actividades que pudieran ser legales –algunas de ellas lo son porque así lo han declarado funcionarios partidistas y sectarios nombrados a dedo– pero que resultan totalmente inmorales desde el punto de vista ético, lo cual le despoja de toda dignidad, honorabilidad y decencia.

En su corta vida presidencial ZP ya puede ser calificado como es el más despreciable de los políticos, el que no duda en pisotear siglos de historia y a millones de personas para permanecer en el poder.

ZP llega hasta avergonzar a los suyos, que ya es difícil.

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