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20 noviembre 2005

ZP el ciudadano

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Si señores, Zapatero también tiene padre aunque use el apellido de su madre. Ese caballero se llama Rodríguez. Parece mentira pero incluso gente como ZP son capaces de tener familia.

Aunque para muchos padres, como el Sr. Rodríguez, puede ser un sufrimiento inmerecido comprobar como sus hijos se echan a la mala vida y se meten en política. Debe ser un gran frustración darse cuenta de que a pesar de haber hecho lo que creían mejor para ellos y de sus esfuerzos, no consiguieron hacer de ellos gente de provecho ni ciudadanos ejemplares.

Este es el caso del padre de ZP quien, según parece, ha pedido a su hijo que dimita y ceda el cargo a Bono, su ministro de Defensa.

No es extrañar la reacción del Sr. Rodríguez ya que un padre mejor que nadie conoce las limitaciones de los hijos y en ningún caso desearía verlos desempeñando irresponsablemente una labor para la que no están preparados. Ningún padre quisiera pasar por el trance de que su hijo quedara accidentalmente al frente de una gran empresa, de la que dependen millones de personas, y ver como la arruinaba día a día dilapidando un capital que no es suyo. Y si el padre es abogado, como el Sr. Rodríguez, y conocedor de las responsabilidades que podrían imputársele a tan insensato hijo, no podría por menos que angustiarse y suplicarle que renunciara.

Esto es lo que ha hecho el Sr. Rodrigues, pero este hijo díscolo y enredador donde los haya no escuchará a su padre y en lugar de quedarse en casa y explicarle a sus hijas las ventajas del lesbianismo y de dejarse acariciar por gente de su confianza, explorar sus genitales y masturbarse, seguirá dedicándose a repartir folletos sobre el particular a nuestras hijas, como si no tuviera bastante con educar a las suyas en lugar de enseñar guarrerías a las nuestras.

Aunque llueve sobre mojado, parece que Zetapé accede a los cargos de forma irregular o aprovechando circunstancias anómalas. En 1983 fue contratado por el Departamento de Derecho Constitucional de la universidad pública de León como profesor asociado de Derecho Político, cuyo cargo no estuvo exento de controversia, al trascender, años después en la prensa, que su departamento le había adjudicado la plaza eludiendo los trámites habituales de convocar un concurso público y de formar una comisión académica de evaluación del aspirante, lo que habría dado pie a un caso de favoritismo por filiación política. Aunque sin conocer sus antecedentes y por lo que hemos podido ver más tarde en directo, efectivamente, Zetapé no es más que un trepa.

El Sr. Rodríguez merece todo mi respeto por coherente, sensato y valiente. Nunca le reprocharemos haber puesto en el mundo a semejante insensato. Ya se sabe, los padres no han de pagar las culpas de los hijos. O algo parecido.

Pero si el Sr. Rodríguez interfiere en la placidez del mundo de pelotas que rodea a Zapatero, Doña Sonsoles, su discreta esposa, también pone palos en las ruedas del carro de su marido. De ama de casa casada con un anodino mentecato pasa, sin esperarlo, de la intimidad de su cocina a un palacete y termina por ver tan normal que se desaloje la piscina de la Guardia Civil donde desea hacer un curso de buceo. Según denuncia de la Asociación Independiente de la Guardia Civil –ASIG–, no sólo se desalojaba la piscina cubierta sino también todas las instalaciones anexas a ella. La ASIGC también dijo en su momento que el recinto de Valdemoro había sido construido y mantenido con el dinero de los socios de los patronatos de los Colegios de Huérfanos, por lo que en realidad no pertenece a la Guardia Civil sino a los miembros que pagan sus cuotas mensual o anualmente. Sin embargo los familiares y los niños de los guardias civiles veían impedido su acceso a la piscina.

Pero ¿qué haría una mujer cualquiera si tuviese la oportunidad de gastar cuanto se le antojase en decorar su hogar? Pues eso es lo que hizo Doña Sonsoles y se gastó 112.000 euros –más de 18.000.000 millones de pesetas– en cambiar la decoración de La Moncloa nada más llegar a su nuevo palacio. El problema está en que Doña Sonsoles no es una mujer cualquiera sino la mujer del César. No basta con ser honrada sino que tiene que parecerlo.

Y, mujer al fin y al cabo, siguió gastando. Para sus vacaciones hizo reformas en La Mareta, residencia propiedad del Patrimonio Nacional, ya que a pesar de sus 10 bungalows, dos piscinas, lago, cancha polideportiva, pista de tenis, atraque y helipuerto, no reunía condiciones para el exquisito gusto de la Sra. de Rodríguez Zapatero. No se conoce el montante de tales reformas pero, en cualquier caso, demasiado dinero para el poco tiempo que van a estar disfrutando del poder.

En fin, un pobre hombre venido a más. Un piojo resucitado que dicen en mi pueblo y un padre sensato que pisa el suelo lejos de las nubes donde flota su hijo, al que llaman ZP en vez de Rodríguez.

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