Image hosting by Photobucket



03 enero 2006

ZP y la independencia económica

ZP el Colaboracionista recibe instrucciones de los regentes


Demasiado dinero. El problema es que catalanes y vascos tienen demasiado dinero y ello provoca avaricia y egoísmo. No quieren repartir con los demás ni el agua que les sobra. Si fueran provincias pobres no estarían hablando de independencia sino de la solidaridad de las demás y del reparto de la caja común para procurarse las mayores ayudas posibles que les permitieran acercarse y nivelarse con las más ricas. No hay otras razones que las económicas, camufladas con otras cuestiones menos materialistas y argumentadas una y otra vez de forma unánime por los políticos que piensan hacerse ricos administrando su feudo sin tener que rendir cuentas más que entre ellos. Es decir, disponiendo a su antojo del dinero de los contribuyentes, ese que alguna ministra socialista dice que no es de nadie.

Cataluña tiene seis millones de habitantes y genera la cuarta parte del Producto Interior Bruto. A partir de estos datos se pueden hacer números elementales pero fundamentales. Los demás 36 millones de habitantes españoles se reparten el 75% restante.

De esto resulta que a cada millón de catalanes le corresponde el 4,16% del PIB mientras que a cada millón de los restantes españoles le corresponde el 2,08% del PIB, justo la mitad. O lo que es lo mismo, los catalanes tienen el doble que el resto de los españoles. Si a esto añadimos que las distintas regiones españolas no tienen una riqueza uniforme y que hay autonomías que, a su vez, se llevan una gran parte de ese 75% del PIB restante, como el país vasco, la tragedia está servida.

Maragall utilizó estás palabras para referirse a la posibilidad de que se le impida comerse íntegramente su trozo del pastel. Pero la verdadera tragedia sería para esas autonomías que necesitan de la solidaridad de los ricos para que sus menos favorecidos y más pobres ciudadanos puedan sobrevivir.

Independencia no, en todo caso mayor autonomía. Insolidaridad tampoco. ¿Dónde están los principios que rigen a tanto idealista de izquierdas y a esos anarcos, ni de izquierdas ni derechas sino todo lo contrario, que tanta tabarra nos dan con su solidaridad con otros pueblos, con los necesitados, contra el capitalismo y con la revolución social? Ahora resulta que defienden el derecho a la más egoísta de las independencias y se callan que es la excusa para quedarse con todo. Y como progresistas les parece normal compartir tanta insolidaridad.

Porque lo lógico, lo solidario y razonable sería que se les trasfieran toda clase de competencias, excepto las que nos afectan a todos, como es la defensa del territorio nacional y otras y que se administren sin que sea Madrid quien decida por ellos, aunque con una normativa común que evite las diferencias. Pero no antes de haber hecho un bote común donde repartir lo que hay entre toda la familia española. Después que hagan con su parte lo que quieran.

Según proclaman, por un lado quieren reducir el déficit fiscal sobre la base de quedarse con todos los impuestos generados en Cataluña. Es decir, lo que pretenden son MÁS INGRESOS Y MENOS DEUDAS.

Pero por otro lado, la independencia produciría un reducción de la productividad, ya que supondría la salida de la Unión Europea – su legislación excluye los secesionismos – y la pérdida de sus ventajas, con la creación de fronteras y un mayor coste de sus productos por aranceles sobre la exportación. Ello originaría también una pérdida de mercado español y europeo y una menor actividad comercial, con la salida de muchas empresas hacia territorio español o extranjero, lo que provocaría una mayor tasa de paro. El comercio con el resto de España representa el 80% del PIB catalán, por lo que un eventual rechazo o boicot generalizado de lo catalán tendría consecuencias catastróficas.

El efecto dominó se extendería fuera de las fronteras catalanas. Muchos de los impuestos liquidados por las empresas catalanas se generan y recaudan fuera de Cataluña. La Caixa declara y paga en Barcelona los impuestos generados por los miles de millones gestionados por sus cientos de sucursales en el territorio español. Gas Natural suministra a otras regiones de España, donde factura, IVA incluido, pero lo declara y liquida a la Hacienda catalana. Y así cientos de empresas que facturan en España pero que liquidan en Cataluña. Esto también repercutiría sobre otras obligaciones fiscales de las Sociedades, etc. Cuando Cataluña sea un país extranjero esto se acabó. Todo lo facturado en España habría de liquidarse a la Hacienda española. Esas empresas extranjeras, o sea, las catalanas, podrán repatriar los beneficios pero su Hacienda no verá un duro de los impuestos generados en España.

El final de la cadena sería la reducción de los ingresos del Estado catalán vía impuestos y cotizaciones.

Esto se vería acompañado de un mayor gasto en la administración del Estado ya que habría que dotar a la República Catalana de todos los elementos administrativos necesarios para el conjunto de las nuevas funciones a asumir, desde ministerios a embajadas, etc.

Los menores ingresos y el mayor gasto del Estado harían necesario un incremento de los impuestos para poder financiar la nueva administración, pensiones, etc. y, en cualquier caso, se produciría un mayor déficit público. Una mayor deuda en definitiva.

Con todo ello, lo conseguido serían MENOS INGRESOS Y MAYOR DEUDA. ¿No habíamos quedado que lo perseguido era justamente lo contrario? ¿Para eso les urge una Agencia Tributaria propia?

Entonces ¿a qué juegan? Ante este panorama, lo ideal para ellos sería llegar a una fórmula en la que fueran una nación independiente, asociada a España para poder permanecer dentro de la Unión Europea y disfrutar de su mercado y sus ventajas, a la vez que mantuviesen cautivo el mercado español donde venderían sus productos pero cuyos impuestos serían liquidados en Cataluña ya que de otra forma su Hacienda se quedaría sin recaudación. En una palabra, quieren ser independientes pero con todas las ventajas que les proporciona ser españoles y europeos.

En ello están, pero el desarrollo de la aventura catalana está demostrando que se van a quedar a mitad de camino y que la inmolación de ZP al imperio catalán no conduce a nada. El presidente Rodríguez se puso la soga separatista al cuello y no sobrevivirá a tantas ataduras.

Los esfuerzos de ZP el Colaboracionista para subsistir a las órdenes del tripartito son baldíos. El riesgo de votocidio que está corriendo es indiscutible y sus votantes se están dando cuenta de que ZP representa mejor los intereses catalanes que los suyos.

Comments: Publicar un comentario

<< Home


-Cerrar-
Nota:

REANUDADA LA PUBLICACIÓN EN FEBRERO 2010.

Para ver los últimos artículos vaya a la -V parte- y siguientes utilizando el enlace de más abajo.