Image hosting by Photobucket



19 noviembre 2005

ZP y las medallas

Los chinos han dejado impresionados a nuestros gobernantes. Sus medallas son la envidia de Bono y no le importaría caer nuevamente en el ridículo.
Los chinos han dejado impresionados a nuestros gobernantes.
Sus medallas son la envidia de Bono y no le importaría caer
nuevamente en el ridículo.



La necesidad de logros y el afán de aparentar méritos que no tienen siempre ha sido una característica de nuestros gobernantes socialistas. Desde Alfonso Guerra y su pose cultural hasta los estudios que dicen tener y no tienen –Roldán, Montilla, etc.– los socialistas han tratado siempre de figurar como los dueños de la cultura, los que monopolizan los valores éticos de la sociedad, los que merecen parabienes y distinciones y ya que nadie les reconoce tales méritos, no dudan en autocomplacerse y concederse premios entre ellos. Nunca nadie ajeno a su grupito de admiradores hubiera otorgado un homenaje a Carrillo y menos le hubiera distinguido con un doctorado Honoris Causa.

Su afán de notoriedad y de acumular méritos no obedece tanto a su presunción y vanidad como a su complejo de inferioridad porque en su fuero interno se saben mediocres.

Así vimos a un ministro Bono auto-concederse la Gran Cruz del Mérito Militar como premio a su magnífico trabajo en la retirada de nuestras tropas de Irak sin percance alguno, como si él hubiera estado en Irak y la organización y coordinación de la retirada hubiera sido labor y mérito suyo. Claro que cuando están estos cuentistas por medio todo se parece a un coche de caballos, donde el trabajo lo hace el caballo y las propinas se las lleva el cochero.

Lo ridículo del caso es que la Gran Cruz del Mérito Militar se concede por Real Decreto acordado en Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de Defensa. El ministro se propuso él mismo para una condecoración por méritos militares que no le alcanzaban más allá de firmar un papel ordenando la retirada. Las condecoraciones que concede el Gobierno de España son para darlas a terceras personas, no para repartírselas entre ellos mismos. Hay que esperar a que dejen de formar parte del Gobierno para recibir una condecoración española.

Pero ya se sabe, cuando los descamisados alcanzan el Gobierno, llegan con hambre de poder, de dinero y de honores y a Bono solo le faltaban por alcanzar los honores y se los tomó por la vía de urgencia.

No hacen más que el ridículo en su afán de glorificar su nuevo talante, aunque también los honores se conceden para premiar fidelidades al Gobierno. Lo que pasa es que tal como están las cosas y la línea antiespañola del Régimen socialista, que te concedan un galardón más que un premio es una tara que te marca ante la gran mayoría española.

Como ejemplo, Iñaki Gabilondo, hasta hace poco de la Cadena SER, ha sido galardonado con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, entregada por el Consejo de Ministros. Esta Medalla premia «“el mérito de una conducta socialmente útil y ejemplar en el desempeño de los deberes que impone el ejercicio de cualquier trabajo, profesión o servicio”».

¿Socialmente útil y ejemplar? Está claro que para ellos ha sido socialmente útil la manipulación radiofónica que convenció a muchos españoles de que el enemigo era Aznar y no los terroristas autores de la masacre del 11-M. Pues vale, pero los únicos méritos que se le conocen a Gabilondo es su sectarismo –promotor del homenaje a Carrillo y de su doctorado– ya que su labia quedó prostituida al ponerse al servicio del Poder Fáctico Fácilmente Reconocible, es decir, Polanco y su apoderado Zapatero, el que gestiona desde el Gobierno los intereses de Polanco y sus adláteres.

Pero, efectivamente, hay méritos que desmerecen. También Gabilondo recibió en Novbre 2004 la medalla de oro de la diputación de Guipúzcoa, junto con otros dos agraciados. Merecida sin duda ya que una medalla no se concede si no median méritos para ello. Y una medalla de oro requiere haber hecho muchos méritos y que le estén a uno muy agradecidos.

Pero cuando el honor se comparte con personajes como Monseñor Setién y el llamado Juan Zelaia, lo de los méritos no queda tan claro. Lógicamente la percepción de lo que son méritos no es la misma para los españoles que para quienes premian los mismos.

De Monseñor Setién no hace falta decir nada.

El poderoso Juan Zelaia es dueño de varias importantes empresas y resulta ser un empresario modelo para el nacionalismo vasco rupturista. Gracias a los beneficios que obtiene de su actividad empresarial, el tal Zelaia impulsa la causa nacionalista separatista a través de la “Euskal Fundazioa” que él mismo preside. Esta fundación, tras el señuelo de fomentar la cultura vasca, promueve un nacionalismo radical mediante sus actividades y desde la web - www.euskalfundazioa.org - La sintonía de este empresario vasco con el PNV es patente. La de Monseñor Setién también. Pero la de Gabilondo ya no se explica fácilmente. ¿Cuales son sus méritos desde la SER? Sean cuales fueren deben ser repugnantes.

Sin duda a ZP le gusta entregar medallas, es una bonita ceremonia que le hace sentir importante y por eso no desaprovecha la ocasión. Una de las primeras que concedió al poco tiempo de tomar el Gobierno fue a los moros. Además de Mohamed, su familia y otros personajes, la condecoración que más llamó la atención fue al general Hmidu Laanigri, a quien otorgó la Gran Cruz de Isabel la Católica por su "lealtad acrisolada". Ojo al parche: "lealtad acrisolada", ¿a quién y por qué? Lealtad a España está claro que no. ¿Quizás a los intereses que pusieron a ZP en el poder? Que ZP premie su lealtad no se justifica fácilmente.

Este malhumorado general es el jefe de la Dirección de Seguridad del Territorio de Marruecos (DST). O dicho de otro modo, es el máximo responsable del Servicio Secreto del país vecino –el mismo que dejó en libertad a Mohamed Haddad, reconocido por varios testigos como uno de los autores materiales de los atentados de Atocha y al que últimamente se le ve pasear con total impunidad por las calles de Tetuán– y el que no colabora con la investigación española. La medalla a Laanigri se dio con sordina, ya que su mano posiblemente estuvo tras el asesinato del disidente marroquí Hichan Mandari en Estepona y que el Ejecutivo español no investiga por "no ofender" a Marruecos.

Muchos no entienden la medalla de Laanigri, cuando él es el máximo responsable de la falta de colaboración de los servicios secretos marroquíes para despejar algunas incógnitas sobre el fatídico atentado de Atocha. Otros, sin embargo, entienden perfectamente que haya sido condecorado por ello.

Francamente, que premien tus méritos igual que lo hacen con esos personajes, no es ningún honor.

Hay medallas que mejor no tenerlas, pero para quienes necesitan contabilizar éxitos y no los consiguen, estos premios proporcionan brillo a su currículum, aunque no prestigio.

Y es que el prestigio es como el cabello. Es más fácil tenerlo artificialmente brillante que limpio.

Comments: Publicar un comentario

<< Home


-Cerrar-
Nota:

REANUDADA LA PUBLICACIÓN EN FEBRERO 2010.

Para ver los últimos artículos vaya a la -V parte- y siguientes utilizando el enlace de más abajo.